jueves, 9 de febrero de 2012

ACTUALIDAD

EL VERDADERO SENTIR DE UN PUEBLO

La corraleja no nació como espectáculo público, aunque si tenía su público. Tampoco se originó en la explotación de los de abajo, como filosofías tardías quieren explicar fenómenos anteriores.
La corraleja fue, más bien, una escuela práctica nacida de la necesidad de enseñar al indio y al negro el manejo del ganado y del caballo, porque aquí no existían estos animales Las sabanas se volvieron ganaderas desde cuando el Marqués de Valdehoyos pidió licencia a su Majestad para traer mil novillas de la Madre Patria -y las trajo- soltándolas en unas tierras sin cercas ni linderos.

Los peones venidos de España no fueron suficientes para atender la brega del ganado y hubo de recurrir al nativo, al africano y a sus descendientes para organizar la vaquería que se realizaba cada año y que se hacía coincidir regularmente con la fiesta del patrono del hato.

El ganado era valiente, no por raza, sino por necesidad del medio: él mismo debía defenderse de cuanto peligro lo acechase en sabanas, ciénagas, montañas y cañadas. El rodeo pues no era fácil y además de la peonada propia demandaba convites regionales. Había que contar, herrar, descornar y curar todas las reses al mismo tiempo. Junto con la corraleja se construía un palco central para los parientes de los hacendados, propietarios y convidados.

Al aire libre, en fogones atendidos por criados y criadas sin librea, se asaba carne, se preparaba el sancocho, se sazonaba el chichurro, las morcillas, y asaduras y en enormes tinajones de barro se disponían la chicha y el guarapo. A colaborar con la faena llegaron caporales y mayorales con sus cuadrillas de garrocheros y manteros.

No había ninguna pretensión espectacular en su trabajo, pero la agilidad, pericia y coordinación en el mismo no dejaban de ser espectaculares. No era un reconocimiento buscado, era un prestigio alcanzado.

Extractado de la obra "Morrosquillo, magia y vida"

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